viernes, 18 de abril de 2025

CENTRO MINERO DE HUANILLOS. Y LA SEGUNDA VIDA

La zona minera de Gatico, no solo fue la impronta de la familia Artola, sino que también de otros mineros, entre ellos Ramón Lemaitre, quien explotaba el asiento mineral de Huanillos (a veces también escrito como Guanillos). Dicho centro minero estaba ubicado a 6 kilómetros al norte de Gatico y 44 kilómetros al sur de Tocopilla. 






Finalizando el siglo XIX, Lemaitre contaba con 22 minas, entre las más importante estaban la mina San Ramón y la mina Dominga. La empresa contaba con cuatro hornos de fundición instalados en la costa, además de contar con dos máquinas resacadoras y pozos de aguas de buena calidad. Tal como señaló SONAMI en 1897, “era, en una palabra, un emporio de grandeza i comercio” (pág.602). Agregando que en el año 1884 estas minas habían generado la producción suficiente para cargar ocho barcos con metales con rumbo a Lota. Dicho dinamismo hizo que tuviera en la costa un campamento con 300 habitantes. 

 

Al comenzar el siglo XX, las minas más importantes de la Sociedad Minera de Huanillos, eran la mina Carmen, San Román y Bandurria, dirigida por Hermógenes Vega Gallo. La empresa disponía de una embarcación que “hace las provisiones de Gatico i conduce los minerales de Punta Blanca” (El Industrial de Antofagasta, 12 de diciembre de 1903). 

 

En el año 1902 se inyectaron nuevos capitales y nuevos socios, surgiendo así una nueva empresa llamada Compañía Minera y de Fundiciones de Huanillos de Cobija, consorcio creado con un capital de $ 4.754.000 pesos. El directorio estaba integrado por Luis Felipe Puelma y Juan Francisco Campaña, además de la participación de Federico Puga Borne, Antonio Brieba, Enrique Zanelli y Abraham Gazitúa. Los ingenieros eran Emilio Keller y Fernando Dorión. La nueva sociedad minera adquirió los centros mineros de Huanillos de Cobija, Cerro Negro y Punta Blanca. De ese modo, se proyectó la instalación de nuevos hornos de fundición y de beneficio, junto con maquinarias, resacadoras, herramientas, almacenes, casas de administración, ferrocarril, elementos de transporte, animales, muelles, embarcaciones y bienes en general.



Febrero de 1905

 

La crisis económica de 1921, que implicó la baja del precio el cobre a nivel internacional, mermó la vida de esta fundición. 

 

SEGUNDA VIDA


Hoy, en Huanillos persisten las materialidades y vestigios industriales. Cimientos y paredes de antiguas casas y estructuras de muelle. 

 

La imagen muestra los restos de un antiguo muelle, ubicados sobre una formación rocosa en la orilla del mar. Estas ruinas están compuestas por una serie de pilares de concreto y madera, visiblemente erosionados por el paso del tiempo y la acción del agua salada. Algunos de estos pilares presentan barras de fierro oxidado que sobresalen, lo cual indica que formaban parte de una estructura reforzada o una plataforma superior ya desaparecida.Las bases de los pilares están ancladas directamente en las rocas costeras, lo que sugiere que el muelle estaba diseñado para resistir las intensas marejadas. La degradación del concreto, las fracturas visibles y el desgaste general dan cuenta del abandono y el deterioro progresivo de esta infraestructura.



Un caso llamativo es una cabaña ubicada sobre cimientos de mampostería. 



 

El análisis arquitectónico de esta imagen revela una interesante superposición entre ruina industrial y arquitectura autoconstruida, que puede interpretarse como una manifestación de reapropiación territorial y economía de medios en contextos desérticos e históricamente extractivos.


La base es una plataforma de piedra que compone una mampostería en piedra seca. Es decir, una base que está compuesta por grandes piedras no unidas por mortero visible, lo que sugiere una técnica de mampostería en seco, típica de construcciones utilitarias industriales en zonas áridas donde los recursos eran limitados.


Es posible advertir una topografía adaptada, porque la base aprovecha la topografía natural para generar una plataforma elevada, lo cual protege la construcción superior del polvo, la escorrentía y mejora la ventilación.


Sobre el vestigio industrial se levanta una construcción ligera y claramente sencilla, que denota procesos de autoconstrucción con materiales reutilizados que hablan de una inteligencia espacial. 


Se evidencia una materialidad reciclada a través del uso de pallets de madera pintados, planchas metálicas corrugadas, mallas raschel (tipo sombra) y estructuras de madera sin tratamiento industrial. Esto da cuenta de una economía basada en el reaprovechamiento y en la informalidad constructiva.


Asimismo, es posible advertir un sistema modular y de fácil montaje, porque la disposición vertical de los pallets genera un cerramiento rápido, modular y desmontable, lo cual facilita tanto la ampliación como la reparación del espacio. Las mallas sombreadoras cumplen la función de mitigar la radiación solar, aunque sin aislar térmicamente. Esto indica un conocimiento empírico de las condiciones del desierto y una adecuación básica al clima. El acceso se resuelve con una escalera de madera pintada en azul, que enfatiza la idea de permanencia temporal, casi efímera, aunque funcional. Su color contrasta con el entorno, lo que puede reflejar también un gesto estético o identitario.


Esta arquitectura plantea un nuevo uso sobre una infraestructura obsoleta. No se borra la ruina, sino que se resignifica como cimiento de una nueva forma de habitar. La base industrial representa el pasado productivo del territorio, mientras que la autoconstrucción simboliza formas actuales de subsistencia.

 

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