Salir de Tocopilla y visitar otras
ciudades significa asumir una realidad, quiérase o no, comparativa respecto al
estado estético del Puerto Salitrero en la actualidad. O basta con mirar
algunas fotografías para evidenciar el retroceso y descuido que ha asumido la
gestión comunal respecto a plazas, plazoletas y avenidas: la sequedad, la
suciedad, el abandono, la oscuridad y el deterioro. Un Tocopilla grisáceo. Playas
desoladas y paseos menoscabados. Además de proyectos de reparación que en la
practica consisten en la “encementación” de espacios públicos. Ya lo vemos en
el Plaza de Sargento Aldea, en la extensa Avenida 18 de Septiembre y la
reducción sobredimensionada de espacios verdes proyectada en la Plaza Condell. En
resumen: la estética urbana en los últimos ocho años naufragó y la imagen de
Tocopilla hacia el exterior es lastimosa y melancólica con un pasado limpio, de
plazas decentes, espacios recreacionales y de paseos óptimos.
Es innegable que la estética de la ciudad refleja el carácter e identidad de sus
habitantes, e influye a su vez en el estado de ánimo de los mismos. Jardines, plazas
y espacios públicos con juegos embellecen nuestros entornos, descongestionan la
trama urbana y visual, enriquecen el valor cultural y material de nuestra
comuna. Hacen de nuestra ciudad un lugar más
habitable y socializable.
Al
descuidar los espacios públicos, vitales en la interacción social, descuidamos
a las personas. Frente a ello la gestión es frustrada y ha llevado a un
retroceso el atractivo de la trama urbana. Es esencial saber que el
comportamiento de las personas y el ambiente son elementos que se influyen
mutuamente, así lo ha establecido la Psicología Ambiental; que considera el
valor de la arquitectura, el urbanismo, el ambiente y a las personas como
usuarios. Las plazas, por ejemplo, son espacios de encuentro y si están
deteriorados ¿qué ocurre con nuestra sociabilidad? ¿Qué percepción anímica nos
puede emanar al transitar por una Plaza Condell destruida, con troncos caídos, oscura,
peligrosa, seca? ¿qué alteración psicoambiental y anímica nos produce una
“encementación” máxima de los espacios? ¿qué ocurre cuando en una ciudad pequeña
como la nuestra, en donde las escasas áreas públicas son destruidas y
descuidadas, dónde vamos? ¿Cómo se conjuga la relación infancia/juegos/espacio
urbano/identidad? ¿qué relación se establece entre la contaminación visual y el
estrés o depresión?
Desde estos
ambientes públicos nos relacionamos con el cambio de actitudes y valores, con
el aprendizaje y la educación cívica/urbana, con el desarrollo personal, así como
con la acción comunitaria. ¿Cómo ha impactado en los jóvenes la identidad con
la ciudad en un contexto de decadencia visual?
Se podrá
decir que hay proyectos en ejecución, pero ¿cuánto han demorado? ¿Cómo ha sido
la calidad de vida en ese largo transcurso? ¿cómo afectó al comercio, al
tocopillano, al foráneo las extensos meses de “reparación”? No existe duda que se
requiere un proyecto comunitario que considere estas variables, involucrar
activamente a las personas en el diseño y el cuidado del entorno.
No solo
culparla a través del discurso para eximir vuestras ineficiencias y perdida del
rumbo en la administración.
La influencia
de las áreas verdes, la construcción/mantención de un edificio o plaza, el
diseño de los espacios o de una calle colindante a nuestro hogar, son
preocupaciones psicoambientalmente relevantes. Desde ahí, nuestra calidad de
vida se ve alterada o beneficiada, influye en nuestros ritmos laborales, rendimiento
estudiantil, en la relación con los otros, en la proyección anímica de nuestras
vidas y en el aprecio por nuestra ciudad. La interacción entre conducta,
ambiente y lo construido es interminable y no son variables separadas, es un
conjunto tanto a nivel físico, simbólico y social. En ese sentido,
Tocopilla
necesita una nueva fase, una proyección estratégica seria y profesional. Que discurra,
además de la estabilización de la nave administrativa y financiera, una mirada
de ciudad renovada, en la consideración de la estética urbana, en el espacio
facilitador de encuentros. Ahora es responsabilidad de los tocopillanos; en
primer termino, elegir bien a sus representantes y cooperar en la mantención de
los espacios. En ello también debe contribuir el liderazgo comunal, como ente
promotor de un compromiso ciudad. El “San Terremoto” –“santo argumento”- pasó,
la emergencia se superó, pero no debemos soportar que la ineficiencia e
inoperancia, redundante en basura, desertificación pública, la oscuridad, el
deterioro y la corrosión estructure nuestros entornos, nuestros ánimos y
proyecciones.
Tocopillanos,
necesitamos re-valorar nuestra ciudad, porque cuidando tu ciudad, nos cuidamos
todos.
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