Los
eslavos, predominantemente croatas[1],
llegaron al norte a comienzos del auge salitrero finisecular, siendo Iquique,
Tocopilla y, principalmente, Antofagasta, los centros de mayor aglomeración.
Desde estos centros urbanos muchos de ellos se distribuyeron por la pampa
salitrera, conformando grupos de comerciantes, empleados y profesionales
(Zlatar, 2001). Su arribo estuvo determinado por su pasaporte austriaco, por
efecto de pertenencia territorial al imperio Austro-Húngaro. Muchos de ellos
llegaron huyendo de los conflictos bélicos y étnicos que asolaban en Los
Balcanes, para ello tuvieron que o bien atravesar el Estrecho de Magallanes, o llegar desde Argentina
atravesando la Cordillera de Los Andes. Generalmente, estuvieron inicialmente
en Iquique y desde allí se reubicaron en
Tocopilla y Antofagasta viajando por la costa (Garafulic, 2012). Los que
llegaban al norte de Chile eran principalmente gente del mundo rural;
agricultores, pescadores y pastores provenientes de Brac y de otras islas de Dalmacia.
Muchos arribaron muy jóvenes con pocos años de escolaridad, pero destacaron por
su particular disciplina de trabajo, siendo reconocidos socialmente como
perseverantes, ordenados y dedicados al trabajo (Garafulic, 2012). Su
emprendimiento fue en base a la configuración de pequeños negocios que, de a
poco, crecían en capital y ganancias. En varios de estos casos, se vio la
solidaridad entre paisanos, puesto que muchos de estos inicialmente pequeños
negocios sirvieron de apoyo a los recién llegados. En general, los primeros
sueldos obtenidos eran enviados en gran parte a sus localidades de origen, para
así poder cancelar lo gastado en el largo viaje. El excedente de ello, se
aplicaba al trabajo: trataban de capitalizarlo en nuevos negocios y con eso se vio
como resultado el surgimiento de quintas, grandes tiendas, almacenes y
mercerías administrados por miembros del colectivo croata. Se configuraba así
una red social que ejerció un modo de demostración en cuanto al incentivo de
nuevos inmigrantes, el capital para
inmigrar a Chile no sólo dependía del dinero, sino que también de un capital
humano basado en la información sobre la localidad a inmigrar. Un ejemplo de la acción e impacto de estas
redes migrantes en el caso croata se configura en el caso de Stoyan Vucina Crnosija, nacido
el 7 de enero de 1904 en la isla de Ugljan,
quien llegó al norte chileno en 1927. Una vez en Chile, se dirigió a la pampa
salitrera para desenvolverse en distintas labores, en su paso recorrió las
oficinas salitreras “Prosperidad”, “Rica Aventura” y “Santa Isabel”, en todas sus labores fue
auxiliado por paisanos. No obstante, nos cuenta su primogénita que: “su origen
isleño hizo que extrañara el mar, y por tal razón no se pudo acostumbrar al
hostil y huraño clima desértico, por lo cual decidió bajar a la costa”[2]. En ese
escenario se dirigió a Tocopilla. “…los pueblos del mar, son los que más progresan” ese era
su enunciado más elocuente recordado por su descendiente. Residiendo en Tocopilla, tuvo que enfrentar
condiciones de vida muy adversas. Sus primeros días fueron en la playa “El
Panteón” en donde armó una improvisada y rustica vivienda. Todo sumado a la
dificultad del idioma, en donde la ambigüedad de sonidos y significados, le
jugaba malas pasadas. Luego, tomaría contacto con el dueño del gran negocio de
su época “El Barril Colorado” regentado por un compatriota, de apellido Cickovic, con el cual iniciarían una
relación contractual. Su primer negocio lo constituyó una botillería, instaurada en pleno centro comercial de la
ciudad. Su descendiente, nos señaló en entrevista que aquel negocio habría
comenzando sólo con dos chuicas de vino. Desde ahí, Stoyan Vucina iniciaría a construir sus proyectos, entre ellos la
conocida quinta de verduras ubicada en la calle 21 de Mayo en donde,
posteriormente, instaló el “Hotel Vucina”.
Su quinta, en un mediano plazo, sería unas de las principales proveedoras de la
provincia, generalmente de las salitreras. Más tarde fundaría también una
carnicería. De esta forma, su imagen dentro de la comunidad se iba
consolidando, como así también se iba robusteciendo su admiración y
agradecimiento por Tocopilla, puerto por el cual expresó diversas ideas de
progreso[3].
El caso de Vucina
también nos sirve para dar cuenta de las vinculaciones entre la tierra de
origen y la tierra receptora. En la época de la Segunda Guerra Mundial, la
tierra de origen sufriría muchos embates y tragedias, en su afán altruista, lo
yugoslavos recibirían por parte de los que habían emigrado la suficiente ayuda,
consistente en ropa y alimentos, los cuales eran adquiridos en Tocopilla. “En
el caso de mi padre, recuerdo que no fueron pocas las veces en que
prácticamente vaciaba algunas tiendas del puerto en donde se vendía ropa”, nos
relata Dusanka Vucina. Toda esta
acción solidaria de muchos croatas, mereció que fueran reconocidos por el
mismísimo líder yugoslavo Josip Broz Tito,
quien condecoraría con una medalla Estrella al Merito en una polémica visita
que realizó Tito a Chile (Lučić,
2008:23).
En el caso de Vucina[4], la imposibilidad
del viaje a Santiago, entre otras cosas por la carencia de un frac o smoking,
hizo que aquella medalla fuese entregada por el embajador de visita en
Tocopilla, en octubre de 1963. De la misma manera el gobierno de su país natal
lo nombraría “Cónsul Corresponsal de Tocopilla”(Vucina, 2009) [5].
No obstante, los eslavos en Tocopilla fueron muchos, entre ellos las familias
Peckovic, Cickovic, Panovic, Mandakovic,
Marinovic, Budinich, Garafulic, Medar, Jordan, Rusin, Vlahovic, Buratovic,
Vrabevic, Glasinov, Glasinovic, Bakulic, Ivanovic, Ljubetic, Busanich, Koscica,
Franulic, Basic, Soré, casi todos comerciantes. Entre todos ellos fundarían
el “Club Yugoslavo”, configurándose como el primer objetivo construir un gran
local para sus actividades. Su meta vio la luz cuando cimentaron un inmueble de
dos niveles y grandes dimensiones para la Tocopilla de los años 30. Este
edificio, de estilo Art Decó Americano, conforma una de las esquinas más
características del puerto. Por otro lado, cabe resaltar que las actividades de
esta colonia poseían un fuerte rasgo cultural y artístico, debido a que, constantemente actuaba en este
local un grupo musical llamado “Kolo”,
el cual interpretaba una serie de bailes, danzas, cantos y canciones o rondas
de niños. Este grupo fue creado en 1939 en Antofagasta. Su debut en Tocopilla
fue el 1 de diciembre de 1940. Posteriormente, también se presentarían otros
coros, compuestos casi por los mismos integrantes del grupo anterior, pero este
se denominaba “Yugoslavenski Zbor”(Garafulic,
2012).
En gran
parte los integrantes de esta colonia se dedicaron a la instauración de
mercerías. Por citar un caso, tenemos la aún vigente y correspondiente a la
sociedad Hermanos Mandakovic; entre
ellos Milovan y Marino, oriundos de
la Isla de Vis[6].
Este impulso comercial y especializado de estos eslavos, igualmente fue
reflejado en los Budinich con la
Mercería Prat y la mercería de la familia Rederic.
En el caso de la familia Mandakovic,
el inmueble que erigieron, destinado a la mercería, es monumental[7] dentro de su
contexto arquitectónico local, surgido en 1929[8]. Sin duda que
la cimentación de grandes edificaciones refleja el emprendimiento de los
inmigrantes, que en muchas ocasiones llegaron sólo con sus pasaportes, y que,
con el correr de los años, fueron amasando capitales que luego se transformaron
en grandes fortunas, expresadas, usualmente, en la gran cantidad de bienes
raíces. En ese contexto la familia Mandakovic
mantuvo un gran poder económico que abarcó varios rubros; poder económico
resultado de esfuerzo, trabajo y también de especulación, con el evidente
riesgo monetario para sus arcas, pero que generalmente fueron exitosos. Uno de
sus integrantes, Juan Mandakovic,
proporcionó el alumbrado eléctrico a la ciudad, desde 1912 hasta 1942. Él, junto
a su socio Vlastelíca, instalaron una
generadora de energía eléctrica exitosa y económicamente muy rentable. Otro
caso de emprendimiento, podemos citar a Elías
Cickovic Chorovich. En primera instancia, instaló una panadería[9]. Entre
aquellos sacos con harina dormían los croatas y serbios recién llegados que poseían como capital, sólo sus pasaportes
y documentos. Posteriormente, se aliaría con un primo, y conformarían la Sociedad Cickovic
y Cickovic; estos comerciantes construyeron otro fastuoso inmueble para
instalar allí el gran almacén “El Barril Colorado” en 1932, negocio en donde se
expendía una gran variedad de abarrotes y licores. Estos socios comerciales
fueron grandes vendedores de víveres para el Estado, así ha quedado comprobado
con la gran cantidad de facturas emitidas a la Gobernación en la crisis del 30.
Estos socios del mismo modo crearon la compañía de seguros “La Yugoslava”, la
cual estaba especializada contra incendios, riesgos marítimos y cesantía. Según
uno de los bisnietos (Choc, 2011), estos
comerciantes siempre se les avisaban que
a puerto llegaban inmigrantes croatas. Cickovic siempre los mandaba a buscar,
los acogía dándoles trabajo y enseñándoles el idioma.
El caso connotado es del filántropo Marko Medar, que nació en Metrovic
el 2 de enero de 1915, llegando a Chile el 17 de marzo 1939. En su
tierra natal fue técnico agrícola trabajando en los campos yugoslavos,
principalmente en tiempos de vendimia. Llegó a Tocopilla, luego de su paso por
Antofagasta, y fue en esta primera ciudad en donde comenzó a trabajar con su
hermano Pedro. Luego se independizó y se desenvolvió como empresario
panificador, a través de la recordada “Panadería Latorre” de calle Sucre.
Sintió mucho afecto por estas tierras chilenas, apoyando una serie de instancias
progresistas, entre otras; el “Espigón de Atraque”, la apertura del “Camino
Costero”. Su vocación de servicio, lo llevó a participar en connotadas
instituciones, tales como el “Club de Leones”, “Tocopilla Sporting”,
“Asociación de Industriales Panificadores”, “Club de la Unión”, “Cruz Roja”,
“Club Chilenito”, “Club Yugoslavo” y la “I Compañía de Bomberos”. Se casó
con la Señora Fanny Garafulic Simunovic,
también con ascendencia yugoslava y ex Directora de la Escuela Superior de
Niñas N°2, con quien compartió 37 años de matrimonio. Junto ella fue posible
cumplir su deseo de visitar su patria lejana, aquella que lo vio nacer,
viajando en tres oportunidades a Yugoslavia. En su patria de origen conoció la
guerra y el dolor provocado por la crueldad humana. Por esa razones, Marko
Medar –aquel que admiraba al mariscal Tito– se convirtió en un filántropo.
Muchas familias recibían de su propia mano el pan de cada día entregado
silenciosamente. Era muy admirado por su solidaridad, simpatía, por sus
consejos y por su historia de emprendimiento[10]. Su vida
también fue marcada por el futbol, llegando a ser entrenador de la Selección de
Tocopilla, asimismo dirigente y arbitro. Su principal logro como entrenador fue
llegar con su equipo en el año 1957 a las finales del Campeonato Nacional de
Futbol, realizado en María Elena, en el cual obtuvo el segundo lugar ante el
equipo de Peñaflor. Bajo su alero, fueron muchos los deportistas que lograron
desarrollar su carrera[11] (Garafulic,
2012)
Pedro
Nicola Sore Berticevic fue originario de Supetar, que es el centro de tráfico y
de administración de la isla de Brac. Su arribo fue en el año 1930, siendo
Mejillones el puerto que lo recibe. Pedro venía en soledad y su objetivo estaba
claro: buscar a su abuelo con el cual había perdido contacto. Los datos sobre
su abuelo eran escasos, sólo sabía que trabajaba en las salitreras. Para
emprender tan ardua misión los ahorros fueron primordiales y con ellos tuvo la
capacidad y el capital para emprender el largo viaje. La búsqueda de su abuelo
era un tema importante en la familia, además, su abuelo era el encargado de
enviar remesas hacia Croacia.
Al llegar
el norte de Chile, aún no se vivían los estragos de la crisis económica de
1929, Tocopilla vivía los impulsos generados por el salitre y el apogeo
económico estaba en su marcha. Tocopilla se convirtió en la oportunidad de
emprender y surgir, conllevando un prospero porvenir. Por ello, su primer
negocio, gran almacén, se llamó “El Porvenir” ubicado en la esquina de calle 21
de Mayo con Serrano. Local comercial comprado a Nikolas Bakulic. Poco a poco el
negocio fue surgiendo obteniendo buenos frutos económicos a través de la
distribución de confites, cigarrillos, etc.
Una vez
enraizado Tocopilla, Pedro Sore Berticevic nunca olvidó su isla natal, por ello
mantuvo cada una de sus tradiciones, en especial la de sus comidas: las
preparaciones con chucruth, su afición por el aceite de oliva en la mesa,
sekeli gulas, punjene páprike, páprikas, orehnjaca, makovnjaca, entre otras.
No
obstante, frente a las hostilidades vividas en Europa por efecto de las
guerras, Pedro Nicola no articuló un discurso en cuanto al retorno, contribuyó
además las raíces engendradas en Tocopilla, lugar en donde se casó y tuvo hijos[12].
[1]
Los croatas son un pueblo de la comunidad eslava cuyo territorio, ubicado en la
costa del mar adriático de Europa, fue durante siglos frontera entre el Imperio
Austro-Húngaro de los Habsburgos y el de los Turcos (Berenguer, 1990) El
desplome de estos dos imperios, tras la Primera Guerra Mundial, significó el
surgimiento del Reino de Yugoslavia que agrupó a los croatas, eslovenos y
serbios bajo el liderazgo de estos últimos en Belgrado. La alianza de este
reino con las naciones fascistas en la Segunda Guerra Mundial lo llevó a su
disolución en 1945 y a la formación de la República Socialista Federativa de
Yugoslavia, siendo Croacia una de las seis repúblicas. En la década de 1990,
luego de la caída de socialismo soviético, Croacia logró, tras una guerra con
Serbia, ser reconocida como una república independiente por la comunidad
internacional (Denitch, 1995).
[2] Entrevista a Desanka Vucina. Tocopillana,
descendiente de croatas, empresaria hotelera jubilada. Entrevista realizada en
Tocopilla en marzo del 2009.
[3] En su
convencimiento que la ventaja comparativa de Tocopilla estaba en su relación
con el mar, fue el principal promotor del “Espigón de Atraque” en la bahía
tocopillana, el cual en la década del sesenta vio germinar sus primeras señales
de concreción, siendo la visita del Presidente de la Republica Eduardo Frei
Montalva el momento preciso para inaugurar su primera etapa (Vucina, 2009).
[4] En su rol de inmigrante, no se vio
impedido por contribuir con el puerto que lo cobijó, en ese sentido, su
participación se haría más profunda en la Cruz Roja tocopillana y en la
Sociedad de Socorros Mutuos. Su visión “progresista” también se centraría en la
conectividad de Tocopilla, por este motivo conformaría el “Comando Costero de
Tocopilla”, grupo anhelante de la unión entre Tocopilla e Iquique a través de
la costa. Por ello, este grupo de pioneros estuvo encargado de la construcción
del tramo que va desde Tocopilla hasta la desembocadura del río El Loa. Los
hombres trabajaban a pulso y la idea era colosal, todos debían colaborar. Por
su parte, Stoyan Vucina ayudaba en la distribución de las colaciones y
almuerzos para estos gastadores de montañas costeras. Esta idea, este proyecto,
considerada utópica para su época, vio sus primeros frutos en 1971,
precisamente el día 14 de julio, cuando se realizó el histórico cruce en el
sector de la desembocadura del Rio El Loa.
[5] A los pocos
meses de este acontecimiento, Stoyan
Vucina fallecería a la edad de 69 años. Corría diciembre de 1971.
[6] Vis o Lissa es
una péquela isla situada en la zona croata del Mar Adriático. Se
encuentra a 47 kilómetros de la ciudad de Split, la mayor urbe de la
región de Dalmacia y la segunda en tamaño de Croacia.
[7] En los altos
de este inmueble funcionó durante varias décadas otro club connotado en la
comunidad, hablamos del Club Español, en donde se realizaban reuniones de
socios, del mismo modo grandes y elegantes fiestas.
[8] El origen de
la merceria de la Sociedad Hermanos Mandakovic, data de 1912. Siempre ha tenido
a la venta un amplio stock de herramientas, pinturas, cristalerías y enlozados.
Antecedentes que han contribuido a que, actualmente, constituya uno de los
negocios más antiguos de la localidad.
[9] Llegó
desde Serbia al Perú, ciudad de Lima, para después recalar en Tocopilla.
Contrajo matrimonio con Guillermina Márquez La Plata. De ellos nacieron: Zlartka, Ksenija, Mirko, Mirka, Nevenko y
Milena. (Entrevista realizada a Jorge Choc. Viñamarino nacido en 1970.
Descenciente de serbio. Entrevista realizada en formato electrónico en octubre
del 2011).
[10] La Prensa de Tocopilla,
2 de octubre de 1982, pág. 6. Reportaje sobre la vida de Medar y su connotación
pública.
[11] Su vida llena
de tantas anécdotas, se tronchó inesperadamente en un accidente carretero
el 18 de septiembre de 1986 cerca de Chañaral. Su esposa, salvó milagrosamente
después de 3 meses hospitalizada. A pocos días de su muerte, el alcalde Carlos
Cantero lo distinguió en forma póstuma con la Orden Al Merito Ciudadano. Merecido reconocimiento para este gran
personaje enraizado en estas tierras de salitre, cerros y mar. (Garafulic,
2012)
[12]
Entrevista a Yanko Sore, tocopillano nacido en 1964, empresario, nieto de Pedro
Soré Bertivecic. agosto 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.