La fotografía, tomada desde el sector Huella Tres Puntas en Tocopilla antes del terremoto del 2007, captura con fuerza poética y crítica el contraste entre el espacio doméstico y el resplandor fabril de las termoeléctricas a carbón.
En primer plano, la pendiente barrial del cerro y las viviendas modestas se iluminaban con una luz verdosa, mientras al fondo las chimeneas exhalaban un humo denso compuesto por dióxido de azufre (SO₂), óxidos de nitrógeno (NOₓ), material particulado (PM₂.₅), monóxido y dióxido de carbono (CO y CO₂), metales pesados como mercurio, arsénico y plomo, además de hidrocarburos aromáticos policíclicos. Esta mezcla tóxica teñía el aire con un resplandor anaranjado que conviertía la noche en una atmósfera de contaminación luminosa.
La imagen sintetiza así el paisaje energético y desigual de Tocopilla, donde la modernidad industrial se imponía sobre los cuerpos y el entorno, revelando la tensión entre el brillo del progreso y la persistente condición sacrificial del puerto.
La imagen no solo muestra una ciudad iluminada: muestra un paisaje respirado, cargado de residuos invisibles que narran la historia energética del norte de Chile. La belleza nocturna se vuelve ambigua y dolorosa: lo que brilla es también lo que intoxica.

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