SUBDESARROLLO DE TOCOPILLA
Ha sido evidente que la
situación económica por la cual ha atravesado y atraviesa la comuna
tocopillana, ha sido critica. En ese aspecto, al igual que Taltal, son las
comunidades marginales costeras que expresan bolsones de pobreza que contrastan
con la realidad de dos grandes polos regionales, tal como es el caso de Calama
y Antofagasta. Taltal y Tocopilla, así como comparten una realidad crítica,
comparten también una historia de apogeo y gloria gracias al salitre. Pero una
vez acabado este, devino la debacle, al menos para Taltal. En el caso de
Tocopilla, esa debacle ha tenido que ver más con la forma de embarque que con
el agotamiento del producto nitroso.
A inicios del siglo XX,
se contabilizaban alrededor de 2000 habitantes, así lo proyectó el primer censo
de Tocopilla en 1885. Posteriormente, en la década de la crisis, 1930, se
contabilizaban un poco más de 18.000 habitantes, para que, en 1969, se contara con
30 mil, una población mayor que la de hoy.
Si bien el origen de Tocopilla
fue por el cobre y luego por el salitre, no debemos soslayar que los grandes
impulsos económicos vinieron por la explotación de estos minerales y luego,
toda una infraestructura aparejada para la misma explotación y transporte, como
es el caso del ferrocarril (1889) posteriormente, la instalación de The Chile
Exploration Company, la central termoeléctrica nacida para energizar
Chuquicamata, hicieron que Tocopilla tomara primor en el norte de Chile.
Todo el movimiento dado
por el exporte de salitre, a través del puerto local, le dio a la ciudad un
impulso inusitado expresado en la vorágine del poblamiento, la expansión
urbana, además de la gran cantidad de compañías industriales y
de servicios instaladas en esta pequeña planicie costera. Posteriormente con la
implementación del llamado “Brazo
Mecánico” Tocopilla sucumbiría, no encontrando salidas que generen un
potenciamiento.
Tocopilla junto a
Taltal han permanecido en situación de estancamiento económico y pobreza
generalizada, lo cual se refleja en que la población de Tocopilla ha caído en
un 4% y la de Taltal, ha aumentado apenas en un 2% entre los años 1992 y 2006. La participación de la provincia de
Tocopilla en la fuerza de trabajo de la Región de Antofagasta, descendió continuamente desde 1972 hasta
1998.
Según datos de una Encuesta de Caracterización Socioeconómica de
Tocopilla del año 2000, la situación de sus personas en edad de trabajar se
distribuía de la siguiente forma[1].
|
SITUACIÓN
|
PORCENTAJE
|
|
Con trabajo
|
30,8 %
|
|
Con trabajo esporádico
|
20,0 %
|
|
Cesante
|
22,0 %
|
|
Jubilado
|
20,0 %
|
|
TOTAL
|
100 %
|
En la interpretación de este cuadro,
la suma de personas cesantes y con trabajo ocasional abarcaba un 42% de la
muestra. La tasa oficial de pobreza del año 2002 de Taltal triplicaba la de la
ciudad de Antofagasta y la de Tocopilla la duplicaba. De acuerdo a ciertas
estimaciones efectuadas por la autoridad comunal de Taltal publicadas en la
prensa, su tasa de desempleo habría alcanzado en 1999 niveles cercanos al 40%.
En ese sentido, los pescadores artesanales se han visto perjudicados por
la gran pesca industrial, en especial la ejercida por “arrastre” como así
también, han visto la reducción de las especies, por efecto de la alta
contaminación de las aguas.
Las mayores inversiones realizadas en la localidad han tenido que ver
con las termoeléctricas y mejoras en
sus procesos productivos. Estas compañías transnacionales determinadas por la
explotación minera, por su misma naturaleza de propiedad, poco y nada han
tenido que ver con el desarrollo de la localidad. Ya que todas las ganancias,
evidentemente, no quedan en Tocopilla. Incluso, no tributan en Tocopilla, ya
que lo hacen en las comunas en donde están las casas matrices, obviamente que
en Santiago de Chile. Estas comunas pobres y marginales, son solamente
utilizadas como lugar de emplazamiento de las instalaciones, con todo el costo
ambiental y sanitario que traen aparejado.
Un punto relevante a considerar en la existencia de estas compañías
termoeléctricas ubicadas en Tocopilla, Norgener y E-CL, es la formación de
pequeñas castas bien remuneradas que contrastan con la
situación económica de la mayoría de la población local. Las expectativas
económicas de sus herederos, incita a la elite a desplazarse a las ciudades más
grandes, creando un círculo vicioso de pobreza de acumulación en recursos
humanos y materiales. Esa fragmentación se ha reflejado en la ocupación del
espacio habitacional, ya que siempre en el sector sur de Tocopilla, vivieron
los trabajadores de la compañía termoeléctrica, lo que a simple vista,
ostentaban una mejor calidad de vida.
En los últimos años, a
esta crisis estructurada de la localidad, se ha
tenido que sumar otro problema: la alta contaminación ambiental, por
efecto de estas mismas termoeléctricas. Siendo su impacto en la salud una
materia preocupante.
Desde el año 2001 hasta
el año 2007 la utilización de petcoke generó a que en el año 2006 Tocopilla
fuese declarada Zona Saturada de Contaminación. Anterior a este desacierto con
el ambiente, ya se había sufrido por décadas la polución generada por la
Compañía Minera de Tocopilla, la cual vertía todos sus desechos en el mar, a
escasos metros del centro comercial. Esto generó que las playas, en especial “El Salitre” sus arenas fuesen teñidas de
negro. Paralelamente, en la década del 80, la contaminación del agua potable a
través del arsénico marcaba la pauta.
Como sabemos, uno de
los principales dinamismos económicos desarrollados en Tocopilla, tiene que ver
con la actividad pesquera, la cual se
encuentra dividida entre la pesca industrial y la pesca artesanal, sin embargo,
se ha tenido que enfrentar el irremediable agotamiento de los recursos, debido
a la sobreexplotación. Influenciado también por una legislación deficitaria.
Los pequeños pescadores
han tenido que enfrentar sucesivas violaciones e intromisiones de la pesca
industrial en zonas exclusivas para la micropesca. Se suma a lo anterior, carencias
logísticas, como puertos adecuados. Evidentemente que la crisis en el ámbito
pesquero es mayor en el sector industrial, aún siendo ellos mismos los
causantes, debido a la irracionalidad de la captura. En el caso de Tocopilla, la
industria pesquera estaba representada por Corpesca. Empresa que ha cerrado sus
puertas.
Lamentablemente se han
tomado medidas que perjudican todavía más a los pequeños extractores. Ya que se
ha intentado seguir concentrando el poder en estos grandes grupos económicos.
La llamada Nueva Ley de Pesca (2002), que intentaba, supuestamente, frenar la
extenuación de los recursos del mar, buscaba limitar la extracción, pero
contradictoriamente se le otorgó cerca del 80% de los permisos de captura por
diez años, usando como parámetros su producción anterior y su mayor capacidad
de acumulación. Se inhibía al mismo tiempo los pagos de los derechos de
explotación. Y se volvía a consolidar la pesca por arrastre, el principal
promotor de la crisis de la vida marina.
En lo que se refiere a la situación minera, Tocopilla, como así también
Taltal, han sido zonas afectadas por el efecto del
desplazamiento en el mercado del cobre y por las nuevas políticas del Estado
hacia los pequeños mineros. Jan Cademartori
nos dice que la pequeña minería era una fuente de empleo importante en ambos
puertos. No obstante aquello, la expansión de la gran y mediana minería
significó que a mediados de los noventa se fuera saturado el mercado mundial
del cobre con la oferta que provenía de las transnacionales instaladas en
Chile, agravada con la baja de la demanda mundial durante la “crisis asiática”.
Esta crisis del precio del cobre influyó en la huelga de hambre de un grupo de
pequeños mineros de Tocopilla que se encerraron en las minas acompañados de sus
familias. La primera vez en agosto del 2000, la segunda vez en 2002
Lamentablemente, el
Puerto Salitrero se suma a la crisis vivida en el país en el último lustro
de los noventa, ya que el mayor número
de microempresas que desaparecen entre 1995 y 2001, se encuentra en el sector
de Minería, Petróleo y Canteras, áreas en la cuales Tocopilla es altamente
dependiente y, por tal razón un considerable número de trabajadores. Sumemos a
ello el gran descenso de la
microminería, ya que, según la revista Norte Minero (2000) a mediados de los
años ochenta, en Chile se contabilizaban alrededor de 30 mil empleos entre los
pirquineros y la pequeña minería. En 1998 sólo subsistían unos 2 mil. Otra
estimación apunta a que, de las 4.000 pequeñas minas existentes en Chile en
1990, en 1999 quedaban 500, 6 de ellas estaban activas en la región.
Los problemas que han
enfrentado los mineros locales, ha tenido que ver con una baja de subsidios en
la década del 90, pero lo cual se ha sido a la invirtiendo someramente en los
últimos gobiernos de la Concertación. ENAMI, institución que surge para el
apoyo de la pequeña minería, compra la producción para luego refinarla y, en
seguida exportarla. Los diversos problemas en esta relación, surgen, en primer
lugar, porque los pequeños mineros absorben el precio internacional menos los
costos de refinación, pero a partir de 1994, los valores internacionales de
refinación han decrecidos por efecto de los progresos tecnológicos en la
industria. No obstante, ENAMI, supuestamente no transfiere estas rebajas a los
pequeños mineros; en abril 2005 los cargos de refinamiento eran casi tres veces
superiores a los del mercado internacional.
Progresivamente el subsidio a los precios de los pequeños
mineros, decae. Entre 1995 y 1996 el subsidio cayó de $3,6 millones a $2,0
millones y sería totalmente reemplazado por un crédito a la pobreza en el año
2000. Con estas medidas se esperaba restringir el apoyo financiero a los
productores “viables en el largo plazo”.
[2]
Igualmente,
Enami ha asumido una reticencia a generar subsidios con el propósito de ir
disminuyendo la micromineria, ya que vendría siendo poco productiva y argumenta
sus estrategias en base a la peligrosidad contenida en las faenas mineras y la
contaminación. Siempre basado en la convertibilidad de los mineros en otros
oficios, quizás con el mismo plan que se intentó en la comunidad de Lota,
cuando se buscó que los mineros fuesen taxistas, peluqueros, mecánicos, en
donde no se obtuvieron resultados positivos.
Este enfoque en términos culturales e identitarios es catastrófico, ya
que las pequeñas localidades del norte se estarían exterminando actividades
traspasadas de generación en generación, contribuyendo a una identidad de la
población, la cual no es medible en términos cuantitativos en relación a lo que
produce o no. Al mismo tiempo los pirquineros han tenido que lidiar con los
altos arriendos de las minas en proporción al
10% del valor bruto de su producción, más royalties que oscilan entre el
10% y el 30%. Un alto porcentaje de estos
yacimientos (62%) es subarrendado a la Compañía Minera de Tocopilla
pertenecientes al grupo Luksic. Se trata de contratos inestables cuya duración
fluctúa entre un mes y un año.
En síntesis, la crisis económica estructural de Tocopilla
ha sido multiasociativa. Son variados los factores que han generado este trance
que se arrastra por décadas. El primero de ellos ha tenido que ver con la
modernización del embarque de salitre, en los inicios de la década del 60.
Generándose el reemplazo del hombre a través de la mecanización de las faenas.
Por otro lado, tenemos
las políticas de mercado liberales que
han favorecido a los grandes intereses económicos en desmedro de los pequeños
productores, los favoritismos a la gran empresa, por lo general foránea,
facilitando el llamado vicio de la “concentración territorial”. Consistente en
la acumulación de inversiones en una sola localización, generándose grandes
polos de desarrollo. Tales como en Iquique, Antofagasta y Calama. Tocopilla ha
quedado al centro, aisladamente en depresión.
Al dejarse de lado las producciones de índole local, se ha activado el ocaso de un conjunto de
identidades, prácticas sociales que animaban la vida de ciudades, caletas
pesqueras y pueblos del Norte de Chile. Su desaparición y estancamiento
reproducen la dependencia y la vulnerabilidad de una economía de enclave que
redunda en la pobreza de estas pequeñas comunidades económicamente marginales.
Tocopilla como una zona aislada,
ha facilitado una fuga de capitales humanos y financieros produciendo el fracaso de los pocos proyectos reactivadores. Un
buen ejemplo de ello fue Ley de la Zona Franca Industrial, la
cual fue vista como una gran medida que iba a mitigar el decrecimiento
económico.
Este proyecto, poseedor de una gran expectativa comunal, permitía la
Exención de Impuesto Primera categoría, exención de Impuestos Aduaneros,
exención del Impuesto al Valor Agregado, exención Impuesto artículo 11 de la
Ley N° 18.211, por compras en la Zona
Franca de Iquique, Venta empresas Mineras de la II Región sólo con
impuesto establecido en el artículo 11
de la Ley N° 18.211, egreso de Mercancía nacional a Tocopilla en carácter de
exportación. Cabe decir que dicho proyecto, está muy lejos de lo que han
planteado investigadores ligados a la geoeconomía, a través de unas de las
teorías más consistentes e influyentes, la cual es mencionada como la Concentración
Territorial (Se
conoce como Concentración Territorial
a la tendencia, persistente y generalizada, de la aglomeración de actividades
productivas - y de la población ligada a ella - en un número muy reducido de
localidades de cada sistema regional, lo cual ha dado origen a la
conformación de estructuras desequilibradas en lo que respecta a la
distribución espacial de las fuerzas productivas y al desarrollo
diferenciado en distintas partes del
espacio nacional siendo esto
consecuencia de la legislación económica y del régimen de gobierno que adopte
cada país) Y Barriles, no representa las posibilidades
ni geofísicas, ni geoeconómicas para subsistir como una Zona Franca. Las empresas
se instalarán –aplicando dicha teoría- en zonas aledañas a las proveedoras de
insumos, y es la condición necesaria para el desarrollo de las fuerzas
productivas en todo tipo de economía industrial, en donde la fuerte
concentración del ingreso y del capital empresarial, la va haciendo cada vez
más compleja y diversificada, logrado a través de una mayor accesibilidad a la
mano de obra, presencia de centros educativos para su capacitación laboral,
aumento de proveedores y demandantes de insumos más productos, aumento de la
rentabilidad de las comunicaciones y el transporte. Esto conlleva una reducción de costos y existencia de un mercado de
capitales, que se traduce en una retroalimentación y renovación de los
factores productivos más relevantes de una localidad determinada. Es en
las condiciones que ofrece la aglomeración geográfica, en que la industria
encuentra el fundamento para su crecimiento, expansión y reproducción. Se
generan así polos de desarrollo o grandes hinterland, forjándose con ello
una verdadera bola de nieve, lo
cual es parte de la lógica neoliberal. Si queremos pensar en la minería, lamentablemente,
Tocopilla, como ya lo dijimos, se ubica
al centro de grandes polos de desarrollo, y,
constituye por tal en una zona aislada. Es por ello que la
aglomeración ha dado origen a estructuras desequilibradas históricas
en lo que respecta a la distribución espacial de la producción. Lo anterior es
ver el vaso medio vacío, frente a ello tenemos una historia que lo avala como
así también una proyección empresarial sesgada incluyéndose el Estado de Chile,
imposibilitado de romper el esquema. Tampoco ha tenido gran
impacto la pavimentación de la ruta costera que une Antofagasta con la Zona
Franca Comercial de la ciudad de Iquique.
Tocopilla, al igual que
Arica, necesita un tratamiento especial por parte de las políticas del Estado,
un cuerpo legal que favorezca la inversión, la bonificación a la mano de obra y
proyectos reactivadores con una mirada estratégica, de largo plazo, para que de
una vez por todas se integre a la red de flujos económicos regionales.
Damir Galaz-Mandakovic F.

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