sábado, 8 de febrero de 2025

DE LA CIUDAD DE LOS PITOS A LA CIUDAD DE LOS PARLANTES SALVAJES

 

Históricamente, los principales ruidos remitieron a las actividades industriales, al punto que Tocopilla fue conocida como la “ciudad de los pitos”. Un entrevistado nos mencionó en el año 2015: 

“Los gringos de la Chile Exploration tocaban varias sirenas todos los días, era el aviso para entrar y salir del trabajo. Si le sumas a las sirenas de la Compañía Minera (CMT), más las sirenas de la Compañía Salitrera, entonces teníamos sirenas todo el día. Tocopilla era la capital de los pitos. Cada empresa competía en el volumen de la sirena, la de los gringos fue la primera, y era más fuerte, una de ellas sonaba a las 11:36 de la mañana para salir a almorzar».

La termoeléctrica tocaba una sirena a las 6:40 hrs; 7:00 hrs, 11:36 hrs; 13:00 hrs y 17:36 hrs, indicando entrada y salida de los diferentes turnos laborales. 

En las primeras dos décadas del siglo XXI, la ciudad sufre con la contaminación acústica (07:00 hrs a 21:00 hrs) y los ruidos molestos (21:00 hrs a 07:00 hrs), un verdadero drama ambiental sobre el cual no se visualizan soluciones, deviniendo una ciudad descontrolada, donde no existen fiscalizaciones, ni mucho menos sanciones, con instituciones como la Municipalidad que autoriza a fuentes contaminantes sin medidas de mitigación ni de insonorización, donde Carabineros no fiscaliza la emanación de ruidos ni acude a los llamados. Cabe señalar que ninguno de los dos organismos mencionados cuenta con un sonómetro para fiscalizar, por tal razón, no pueden multar. Tampoco la Delegación Presidencial Provincial asume un rol fiscalizador o una alianza estratégica con las mencionadas instituciones ni mucho menos con la Superintendencia del Medioambiente. 

Las fuentes de ruidos en Tocopilla son muchas, la emanación de vibraciones resulta molesta, indeseada, inoportuna y altamente desagradable, alterando radicalmente la calidad de vida de los vecinos de Tocopilla. 

Principalmente, las mayores fuentes ruidosas con los establecimientos de entretenimiento nocturno, locales como discotecas, pubs y bares, principalmente ubicados en 21 de Mayo, entre Serrano y Bolívar, que operan hasta altas horas de la madrugada, generando niveles de ruido que perturban el descanso de los vecindarios. Cada uno de esos locales compite con sus ruidos, superando sustantivamente la normativa. 

Otra fuente es el tráfico vehicular, con el flujo constante de vehículos, especialmente en zonas céntricas o cercanas a vías principales, entre ellos los autos “enchulados”, o los microbuses de la locomoción colectiva que se tomaron a la calle Darío Salas como lugar de estacionamiento con motores prendidos, adicionándose en la contaminación a un estacionamiento irregular en el sector de decenas de camiones que desde la madrugada emiten ruidos. 

Agréguese los ruidos de las iglesias evangélicas, especializadas en las altas exclamaciones y la música en vivo con guitarras, baterías y panderos. Así también, los vecinos narcisos y poco empáticos que en algunos edificios instalan enormes parlantes para demostrar lo extraordinario de lo que es vivir estridentemente. La llamada Playa Artificial ha sido históricamente una fuente de emanación de ruidos nocturnos donde tampoco allega la fuerza policial. 

Punto aparte son los ruidosos gimnasios, algunos de ellos fueron autorizados por la municipalidad con nulas medidas de mitigación de ruidos, donde la insonorización es inexistente, emanando una contaminación de 15 horas diarias de música fuerte, frente a Jardines Infantiles y barrios residenciales del sector norte. El infrasonido atraviesa todas las paredes y el reggaetón no perdona con su monotonía rítmica y torturadora en el día a día. 

Todos estos puntos constituyen una agresiva cartografía del ruido, un problema ambiental que repercute significativamente en el ánimo y en la salud de la población.

En Tocopilla, ya tenemos suficiente con verla sucia, apagada, seca, con calles llenas de excretas de perros (lo que arma un verdadero archivo de la caca), sino que son los parlantes del reggaetón los que afectan tajantemente la vida de los que quieren vivir tranquilos y también afecta a niños con neurodivergencia.

Mucho de los vecinos claman, simplemente, fiscalizaciones y sanciones efectivas. Sencillamente, se pide que las instituciones velen por el cumplimiento de la ley, que se manifieste, más allá de los intereses creados y amiguismos, una verdadera voluntad de contribución al bienestar de la población y que dejen de existir los decibeles salvajes. 

¿Cuál es tu experiencia con los ruidos en Tocopilla?



Fotografía © Timeline



 

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