En Tocopilla, el fútbol ha sido un punto de encuentro comunitario, una forma de identidad barrial y una memoria compartida. Un ejemplo de ello fue la cancha de Villa Esmeralda, conocida también como La Colonia, que durante los años ochenta congregó a jugadores, vecinos y trabajadores en torno a la pasión por la pelota.
La imagen de una pichanga jugada allí en abril de 1982 desató recuerdos entrañables entre quienes vivieron esos años. Para Osman Núñez, aquella cancha “de tierra, pero atractiva para muchos” fue un lugar iniciático:
“Allí conocí y practiqué el fútbol, con los dueños de casa, o de la cancha, los hermanos Díaz Montes (Temístocles, Iván, Ivor, etc.), los González, Fernández Muñoz, Pitila Cisternas, todos crack en su época”.
Leonel Sánchez evoca la vida cotidiana del lugar, con detalles que revelan la importancia de la infraestructura deportiva:
“Qué hermosa foto de la cancha de fútbol de la colonia con sus camarines hasta con agua calentita. Tengo muchos recuerdos: buenos partidos de los viejitos, todos los carros buenos para el fútbol y seleccionados. Saludos al cielo al reparador de zapatos y costura al balón de fútbol. Mandaligua”.
Los clásicos futbolísticos de barrio también forman parte de la memoria. Luis Sánchez recuerda con cariño los duelos que daban vida a las tardes deportivas:
“Lindo recuerdo de esa cancha de la colonia. Clásico Villa Covadonga con la Colonia y también con la Villa Prat”.
Otros testimonios refuerzan la dimensión laboral y comunitaria de esos encuentros. Augusto Caul enumera los equipos ligados a faenas y talleres:
“Qué recuerdos: carrocería setenta, Frecar, Mensajero, Maestranza Pedro Rojo, Varadero, Bienestar, Riel, Bodega, Casa de Máquinas, Carpintería, Vigilante. Eso es lo que me cuerdo. Bendiciones”.
La presencia de la empresa SOQUIMICH, organizando campeonatos, también marcó a generaciones. Como señala Freddy Argandoña:
“SOQUIMICH hacía campeonatos ahí, linda foto del recuerdo”.
Tomás Rojas coincide:
“Qué recuerdo. Tuve el agrado de jugar en esa cancha el 81 y 82, con la gente de SOQUIMICH. Por lo que me acuerdo: Contreras, Alfaro, Mujica y varios más”.
La cancha estaba también anclada en la geografía afectiva del barrio.
Rodríguez señala:
“Hermosos recuerdos vividos en esa cancha, frente a la casa de mi tía Estrella”.
Finalmente, Manuel Arcaya Ávalos describe la vida popular que bullía en torno a los campeonatos y las pandillas juveniles:
“Lindos recuerdos: sábado y domingo campeonato de SOQUIMICH. Nosotros los colonianos jugábamos, los muchachos de la calle Allende con Latorre, después de regreso de la playa del frente o de la Juan Devoto…”.
La cancha de Villa Esmeralda, La Colonia, no fue solo un espacio deportivo: fue un lugar de socialización, de competencia amistosa, de integración laboral y de memoria colectiva.
Entre polvo y esfuerzo, entre camarines improvisados y torneos organizados, se tejió una historia donde el fútbol fue el lenguaje común de un Tocopilla obrero, salitrero y comunitario. Hoy, a través de estos testimonios, se conserva viva la huella de esas pichangas que dieron identidad a un barrio y que siguen vibrando en la memoria popular.

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