La historia de
Tocopilla se ha subestimado, por lo general desde una superficial apreciación posmoderna
que ha olvidado, o no ha conocido, los momentos culminantes de esta sociedad.
Por ejemplo, sus antecedentes nos remiten a su precursora conexión y
contemporaneidad con Cobija en la primera mitad del siglo XIX, anterior a otros
asentamientos de la región.
Lamentablemente con
el olvido y el escaso reconocimiento viene la tabula rasa y el abandono, y así
se ha construido sobre recintos arqueológicos, el fuego ha consumido la
arquitectura en madera y hemos visto demoler construcciones significativas de
su imaginario urbano como el Hospital Marcos Macuada, la Municipalidad y la
Escuela Vocacional.
Sin embargo, en la
recuperación de esta memoria y en el reconocimiento de los valores de la
historia de esta sociedad ha encontrado un campo fértil el joven historiador
Damir Galaz-Mandakovic Fernández, quien en unos pocos años ha publicado una
serie de libros y artículos sobre su ciudad. Afortunadamente, como él mismo ha
indicado, no todo es miseria, sino que los hechos también vienen acompañados de
apogeos.
Así, el constante
ejercicio de investigación de Galaz-Mandakovic, ha visto que en torno a ciertas
arquitecturas o desde el imaginario del patrimonio material se pueden formular
relatos singulares que recobran la memoria colectiva y que articulan la dimensión
de la experiencia íntima con la colectividad del impacto nacional y mundial.
Por otro lado, a
pesar que Tocopilla ha tenido y tiene diseños arquitectónicos relevantes,
improntas de su pasado salitrero o de su moderno período eléctrico, se ha escrito
poco sobre esos edificios y sobre el urbanismo. En ese contexto, destacaría el
hecho que la arquitecta Glenda Kapstein Lomboy en 1988 fue pionera en poner en
valor algunos edificio en maderas de la ciudad, al incluirlos en su libro Espacios Intermedios, donde fueron publicadas ampliamente: la casa de
huéspedes de Soquimich y una casa parroquial (recientemente desaparecida en un
siniestro).
Pero en el ejercicio
de inventariar la arquitectura del espacio urbano tocopillano, podemos detectar
arquitecturas ejemplares que vienen de mano de la reflexión nacional sobre el
art decó con búsquedas americanistas; así como un ensanche urbano proyectado
por el urbanista austríaco Karl Brunner y su discípulo Luis Muñoz Maluschka;
los diseños educacionales de Gustavo Mönckeberg y José Aracena; la innovación
hospitalaria de Fernando Devilat Rocca; hasta los diseños de la Caja de Seguro
Obrero dirigidos por el afamado arquitecto Luciano Kulczewski.[1]
Los conjuntos de
bloques de viviendas denominados como los Colectivos Obreros son una obra
paradigmática de la historia de la arquitectura chilena de la primera mitad del
siglo veinte. Estos edificios participan en una categoría donde hay obras
destacadas como por ejemplo los Colectivos San Eugenio (1934)[2] y
la Unidad Vecinal Portales (1954-1966)[3] en
Santiago, el Conjunto Habitacional ex Estadio (1956-1957)[4] en
Arica, y el Conjunto Habitacional Gran Vía (1955-1978)[5] en
Antofagasta.
Lo que ejecutó
Kulczewski a través de la Caja de Seguro Obrero, fue una oportunidad de conocer
el espacio de la vida moderna. El arquitecto, muy destacado por sus magníficas
obras eclécticas, en los años treinta evolucionó hacia el racionalismo de la
modernidad, pero toda su trayectoria está cruzada por su conciencia sobre arquitectura
de calidad para la vivienda obrera. Así su pensamiento socialista cobra mayor
vitalidad cuando se identifica con los discursos del Movimiento Moderno,
vitalizado por la epopeya modernista que quiere dar solución a un mundo en
crisis desde la Primera Guerra Mundial
a la Gran Depresión, haciendo frente
a la adversidad mediante una nueva arquitectura depurada, económica e
higiénica, sostenida en el desarrollo de la tecnología del hormigón armado, que
en Chile adquirió mayor sentido desde los terremotos de Talca y Chillán.
Por otra parte, la
construcción histórica de Galaz-Mandakovic evidencia su orientación en lo que
se ha denominado "nueva historia", referido a focalizarse en los
hechos de la colectividad más que a las hazañas épicas, eliminando la distinción
entre central y periférico, y ampliando la noción de fuente documental.[6]
Además, tiene el carácter de "micro historia" debido a la pequeña
"escala de acercamiento a los fenómenos", reuniendo "mentalidad
colectiva" y "cultura popular", con un acercamiento
antropológico, poniendo en valor la vida cotidiana pero en el espectro de los
acontecimientos de una época.[7]
En ese sentido, el
libro sobre los Colectivos Obreros indaga en la dimensión local del las
políticas habitacionales de la Caja de Seguro Obrero dirigida por Kulczewski,
pero en el innegable contexto de la Segunda
Guerra Mundial, revelando su impacto en Tocopilla e indagando en el
comportamiento local frente a las operaciones de la guerra. También revela la
importancia social de la precursora Caja de Seguro Obrero, como un agente
político que reunió salud, calidad de vida y arquitectura, vinculado a las
operaciones "in situ".
Por otro lado, se
expone el problema de la vivienda obrera en Tocopilla asociado al valor de la
apuesta de Kulczewski, el cual mediante estos edificios, consolidó, en 1939, su
ideología sobre la vida obrera, dejando una impronta modernista impar en la
historia de Chile.
Igualmente por detrás
de la construcción histórica de este libro, está el proyecto patrimonial de Galaz-Mandakovic
que reconoce el valor identitario del barrio moderno en un conjunto de
construcciones que rodean a los Colectivos: el desaparecido Hospital, el Grupo
Escolar, la población Sotomayor, el Liceo, el reloj de la Cámara de Comercio y
el acceso art decó del Estadio, en su mayoría, un legado de obras promovidas
por el Estado, conformando una escala adecuada para la dimensión geográfica de
Tocopilla, que adquiere mayor interés por su organización sobre un ensanche de
los destacados urbanistas Brunner y Maluschka.
Así, mediante las
diversas dimensiones que convergen en este libro, se agrega una pieza más a la
reconstrucción de la memoria de Tocopilla, del Norte Grande, y del Chile del
siglo XX.
Arquitecto UCN
Máster
en Historia, Arte, Arquitectura y Ciudad UPC
Doctor
en Teoría e Historia de la Arquitectura UPC
Académico Escuela de Arquitectura Universidad
Católica del Norte
Miembro DOCOMOMO Chile– Internacional
Miembro DOCOMOMO Chile– Internacional
DESCARGA EL LIBRO pinchando en el siguiente link:
EDIFICIOS COLECTIVOS DE LA CAJA DEL SEGURO OBRERO OBLIGATORIO DE TOCOPILLA, 1939-41. Movimiento moderno, solución social.
EDIFICIOS COLECTIVOS DE LA CAJA DEL SEGURO OBRERO OBLIGATORIO DE TOCOPILLA, 1939-41. Movimiento moderno, solución social.
[1] A esta serie de connotados arquitectos se suma Carlos
Albretch Viveros, autor del diseño del Liceo Domingo Latrille para la Sociedad
Constructora de Establecimientos Educacionales.
[2] Caja de Habitación Popular y Caja de Seguro Obrero.
[3] Caja de Previsión de Empleados Particulares, EMPART.
[4] Sociedad Modernizadora de Arica.
[5] Caja de Previsión de Empleados Particulares, EMPART.
[6] Pizza, Antonio, La
construcción del pasado: reflexiones sobre historia, arte y arquitectura,
Madrid: Celeste Ediciones, 2000, pp.45-46.
[7] Ibidem, pp.59-60.
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