domingo, 8 de enero de 2012

LA CIUDAD (ENTRE 1988-2005)


LA CIUDAD (ENTRE 1988-2005)
(2011)





Se asomaba el año 1988 y en la Población “La Patria” se constituía el primer Comando Poblacional del “No”, devenían las reuniones secretas y clandestinas que, a través de contraseñas, se podía  ingresar a las casas que eran vigiladas desde lejos por los cómplices de la dictadura. Usualmente estas reuniones políticas eran disfrazadas de fiestas, con tal de luchar contra la autoridad autoimpuesta. De esta forma, la población "La Patria" fue pionera en elegir democráticamente su primera directiva vecinal, dando un impulso democrático a nivel de micro organización para todo Tocopilla. Desde “La Patria” de Tocopilla, se soñaba con una mejor patria para todos.

Se vivían los estertores de la dictadura militar, hasta que surgió el plebiscito ansiado. Las campañas  eran reñidas, incluyendo rayados de casas, cerros y colocación de afiches por cualquier parte.  Había manifestaciones en las plazas y calles. Concentraciones y mítines para recibir a personalidades políticas de nivel nacional.

Finalmente, ganó el “No” en aquel 5 de octubre de 1988. En Tocopilla el triunfo fue rotundo y aquella fecha fue rememorada a través de una nueva población llamada posteriormente “5 de Octubre”. Las caravanas con buses, camiones, autos,  usando bombos, tambores o cuánta cosa emitiese ruido, era válida para celebrar el fin de una tiranía, humanamente costosa para Tocopilla.

Luego, se dejaría caer una nueva campaña: la presidencial. Visitaban la ciudad Hernán Buchi Buc, Patricio Aylwin Azócar y Francisco Javier Errázuriz Talavera. Visitas controvertidas, polémicas y tensas entre los bandos manifestantes y contramanifestantes. Los resultados en Tocopilla fueron: Buchi: 3.036 votos (21, 47 %). Errázuriz: 2.783 votos (19,68 %) y Aylwin: 8.324 votos (58,86 %)






La ciudad emergía en la esperanza de la llamada transición política, no obstante la  crisis económica se estructuraba cada vez más. La cesantía y la desesperanza comenzaban a pasar la cuenta. Frente a ello, la protesta local se consolidaba frente al nuevo gobierno. Surgían las Banderas Negras. Todas las casas se tiñeron con banderines y grandes banderas ennegrecidas frente al abandono y al olvido. Algunos imploraban una que otra bandera boliviana. La critica acérrima contra el centralismo regional, desvigorizada tanta promesa de la alegría que ya venía. Se iniciaba una multitudinaria marcha que culminaba en un gran cabildo abierto. Se daba paso, asimismo, a la democratización del municipio local, Alexander Kurtovic Ruíz asumió el mando desde 1992 hasta el 2004.

Los sueños comunitarios se orientaban a la integración con Argentina y Bolivia, de gasoductos que nunca se construyeron. Al más nombrado era el de Tarija, que recorrería 800 KM. Ya se habían desechados otros sueños: fundiciones, fábricas, megapuertos, ciudades satélites, como la de Barriles, beneficiadoras de metales. Se llenaron cientos de páginas con sueños y proyectos jamás concretados.

Luego vendrían los pequeños “veranos de San Juan” gracias a mantenimientos y paradas de plantas termoeléctricas. Por otro lado, los tocopillanos sufrían el escandaloso “olor a dólar” de las pestilentes pesqueras. Nauseas y la ropa tendida que se tornaba pestífera era el sello local, al menos en el sector norte.
Luego del plebiscito, la celebración de orientaría a la belleza femenina, con la elección de una tocopillana como  Miss Chile en 1990, Urania Haltenhoff Nikiforos. Los jóvenes inundarían las calles del puerto para celebrar la obtención de la Copa Libertadores por parte de Colo Colo en 1991. Como así también, los tocopillanos se podrían una mano en el corazón por los damnificados por el gran aluvión que azotó a Antofagasta. Había que recolectar agua, alimentos y ropa. Era junio de 1991. Del mismo modo, los sectores altos tocopillanos sufrían por inusuales e invasivas lloviznas.

En este devenir de desesperanzas y alegrías pasajeras, los llamados “Carnavales de Veranos”, patrocinados por el municipio,  se consolidaban cada año como alternativas para romper el esquema de la monotonía, a través de Carros alegóricos, balsas, futbol, basquetbol, voleibol, comparsas, esculturas en arena, sketch, festivales de la voz, coreografías, fiestas, fogatones y tantas otras actividades que representaban verdaderos eventos comunales. Era la opción para un gran conglomerado de jóvenes que no tenían la opción de viajar en verano. Eran actividades precisas en la lucha con el ocio en una ciudad sin cine y sin mucha actividad cultural durante el año lectivo.

Las alianzas juveniles más recordadas fueron: “Los Tony Troter”, “La Cabaña”, “Opus 21”, “Unión Prat”, “Los Grandiosos Del Salitre”, “Flashman”, “Llajachi”, “Swat 78”, “Águilas Americanas”, “Metro”, “Kodak”, “Wilocats”, “Caupolicán”, “Parroclale”, “Kiss Me”, “Magister”, “Cobra”, “Australopitecos”, “Chango Boys”, “Esvaticos Beach”, “Beach Boy”, “Si Toman Boys”, “Hulcan Gober”, “Teenegers”, “Los Chipis”, “Pantanal”, “Cobra”, “Fly-Boys”, “Los Pericos”, “Five Ok”, “Quakers Mix”, “Villa Los Andes”, “Chicos del Fuego”, “Cool People”, “El Matador”, “Chamix”, “Génesis”, “Golden Boys” “Chango Boys”, “Los Halcones”, “Los Fénix”…entre otras.

Un gran accidente empañaría esta actividad festiva juvenil. El 22 de  enero  de 1996, un grupo de jóvenes fue arrollado por un camión desenfrenado, hubo cinco muertos en la fatal avenida 18 de Septiembre.



La precariedad de espacios de entretención era una característica consuetudinaria. Existía un solo canal de televisión, frente a ello, Televisión Nacional fue el canal que crió y acompañó a todos los tocopillanos. Con todo lo que ello implica en términos de entretención, información y diversidad de opinión. Los juegos callejeros, “la escondida”, “el keche” y “el luche”, junto al apogeo de los llamados “Video Club” venían a contrarrestar ese aburrimiento. Las ligas futboleras  eran masivas, la del “Federado” y la “Vecinal”, las que disputaban sus respectivos campeonatos en el Estadio Municipal o en la popular Cancha Magallanes. Entre estos equipos figuraban "O'Higgins", "Miramar", "Mario Rivera", "Magallanes", "Sparta", "Orión", "Nacional Olímpico", "Mariscal Sucre", "Alianza Mina", "Los Tigres", "La Patria", "Unión Cuarta Sur", "Juventud Unida", "Halcón Negro", "Barcelona y "Juventus"

Estos mismos equipos, forjaron a que los torneos del “Minimundial” fuesen verdaderos eventos deportivos multitudinarios. Ahí jugaban las poblaciones con equipos que adquirían nombres de países. La Patria era “Argentina” por ejemplo. Otros equipos de la Liga del Federado o la Liga Vecinal eran Alemania, Holanda, Paraguay o Suiza.

Los jóvenes por las noches se entretenían en “El Fausto”,  “Fama 21”, “Scorpion” “La Cabaña” y “Yankos Discotheque”. Todas funcionales en distintos periodos. En los inicios de los 90´, casi todo en Tocopilla era único: una radio, un diario, un canal, una discotheque, un supermercado, una farmacia, un liceo, un politécnico, una línea de colectivos…en fin. Ese carácter quizá uniformaba la cotidianidad local. La escasez de diversidad monopolizaba las opciones de todo tipo.

Un lugar importante dentro la historia de la recreación comunitaria lo constituyó el popular “Camping Criollo”, desaparecido balneario ubicado bajo la Garita de Carabineros en el sector sur de Tocopilla. Allí se instalaban varias decenas  de carpas compuestas con sacos de harina, en especial de la Molinera del Norte; se instalaban durante todo el verano. Muchos tocopillanos y pampinos,  en la práctica, se iban a vivir ahí, trasladando todos los enseres del hogar: cocinas, camas, sillones, comedores, etc.

Para solazar la vida de camping, se organizaban grandes fiestas y carnavales deportivos. Disputaban el “norte” y el “sur”, que fue la división del camping,  entre las carpas ubicadas en dichas locaciones geográficas. Actividades animadas y entretenidas que abarcaban a las categorías de “niños” y “adultos”. Todo culminaba con un gran bailable en la explanada de acceso, en donde la municipalidad proporcionaba la contratación de una orquesta, se coronaba a la reina y se bailaba hasta altas horas de la madrugada. No sin antes  reírse con el café concert de la llamada “carpa de los colitas”. Que era un grupo de homosexuales que todos los veranos iban a acampar en su gran carpa y que se  caracterizaban por sus dotes actorales y humorísticos. 

Lamentablemente, este balneario famoso por sus pozas conformadas por extrañas formas rocosas fue clausurado en los inicios del siglo XXI, siendo el tema de la salubridad uno de los requerimientos planteados por el municipio, además de la inauguración de la Playa Artificial Covadonga. Se argumentó a que el “Camping Criollo”  venía a deslucir el entorno según el alcalde Luis Moyano.  No obstante, en los finales de la década del noventa, el sector comenzó a ser colmado por rellenos  y escombros los que, evidentemente, taparon las pozas y se le ganó terreno al mar. Generándose así una explanada que formaba un farellón abrupto que caía hacia el mar. La playa fue tapada,  el camping y sus historias quedaron en los recuerdos.

Finalizando la década del noventa, la situación económica por la cual atravesaba la comuna era crítica. En ese aspecto, al igual que Taltal, son las comunidades marginales costeras que expresan bolsones de pobreza que contrastan con la realidad de dos grandes polos regionales, tal como es el caso de Calama y Antofagasta, sumándose Iquique. Taltal y Tocopilla, así como comparten una realidad crítica, comparten también una historia de apogeo y gloria gracias al salitre. Pero una vez acabado este, devino la debacle, al menos para Taltal. En el caso de Tocopilla, esa debacle ha tenido que ver más con la forma de embarque que con el agotamiento del producto nitroso.

 En el plano económico,  Tocopilla, como así también Taltal,  ha permanecido en situación de estancamiento económico y pobreza generalizada, lo cual se refleja en que la población de Tocopilla ha caído en un 4%.  Esto ha implicado que la participación de la provincia de Tocopilla en la fuerza de trabajo de la Región de Antofagasta,  descendió continuamente desde 1972 hasta 1998.

Según datos de una Encuesta de Caracterización Socioeconómica de Tocopilla del año 2000, la situación de las  personas en edad de trabajar se distribuía de la siguiente forma: Con trabajo: 30,8%.  Con trabajo esporádico: 20,0 %. Cesante: 22,0 %. Jubilado: 20,0 %

La suma de personas cesantes y con trabajo ocasional abarcaba un 42% de la muestra. La tasa oficial de pobreza del año 2002 de Taltal triplicaba a la de Antofagasta y la tasa de Tocopilla la duplicaba.

Por su parte, las mayores inversiones realizadas en la localidad han tenido que ver con las termoeléctricas y las mejoras a sus procesos productivos. Estas compañías transnacionales determinadas en su existencia por la explotación minera, por su misma naturaleza de propiedad, poco y nada han tenido que ver con el desarrollo de la localidad. Ya que todas las ganancias, evidentemente, no quedan en Tocopilla. Incluso, ni tributan en Tocopilla, ya que lo hacen en las comunas en donde están las casas matrices, obviamente que en Santiago de Chile. Estas comunas pobres y marginales, son solamente utilizadas como lugar de emplazamiento de las instalaciones, con todo el costo ambiental que traen aparejado.

Un punto relevante a considerar en la existencia de estas compañías termoeléctricas ubicadas en Tocopilla, Norgener y E-CL (ex Codelco y ex Electroandina) es la formación de pequeñas castas bien remuneradas que contrastaban con la situación económica de la mayoría de la población local. Esa diferencia se evidenció mayormente cuando existía Codelco.  Las expectativas económicas de sus herederos, incitaba a esta  “elite” a desplazarse a las ciudades más grandes, creando un círculo vicioso de pobreza de acumulación en recursos humanos y materiales. Esa fragmentación se ha reflejado en la ocupación del espacio habitacional, ya que siempre en el sector sur de Tocopilla, vivieron los trabajadores de la compañía termoeléctrica, lo que a simple vista, ostentaban una mejor calidad de vida. “La villa” y “el pueblo”, el sur y el norte, los vinculados a la termoeléctrica y los no vinculados.

En los últimos años, a esta crisis estructurada de la localidad, se ha  tenido que sumar otro problema: la alta contaminación ambiental, por efecto de estas mismas termoeléctricas. Siendo su impacto en la salud una materia preocupante.

 Desde el año 2001 hasta el año 2007 la utilización de petcoke generó que en el año 2006 Tocopilla fuese declarada Zona Saturada de Contaminación. Anterior a este desacierto con el ambiente, ya se había sufrido por décadas la polución generada por la Compañía Minera de Tocopilla, la cual vertía todos sus desechos en el mar, a escasos metros del centro comercial. Esto generó que las playas, en especial “El Salitre” sus arenas fuesen teñidas de negro. Paralelamente, en la década del 80, la contaminación del agua potable a través del arsénico marcaba la pauta.         

Como sabemos, uno de los principales dinamismos económicos desarrollados en Tocopilla, tiene que ver con la actividad pesquera, la cual  se encuentra dividida entre la pesca industrial y la pesca artesanal, sin embargo se ha tenido que enfrentar el irremediable agotamiento de los recursos, debido a la sobreexplotación, influenciado también por una legislación deficitaria. Pesca por  “arrastre” con su gran impacto. Del mismo modo, se ha visto la reducción de las especies por efecto de la alta contaminación de las aguas.

Los pequeños pescadores han tenido que enfrentar sucesivas violaciones e intromisiones de la pesca industrial en zonas exclusivas para la micropesca. Se suma a lo anterior, carencias logísticas, como puertos adecuados. Evidentemente que la crisis en el ámbito pesquero es mayor en el sector industrial, aún siendo ellos mismos los causantes, debido a la irracionalidad de la captura. En el caso de Tocopilla, la industria pesquera está representada por Corpesca.  Lamentablemente se han tomado medidas que perjudican todavía más a los pequeños extractores. Ya que se ha intentado seguir concentrando el poder en estos grandes grupos económicos. La llamada Nueva Ley de Pesca (2002), que intentaba, supuestamente, frenar la extenuación de los recursos del mar, buscaba limitar la extracción, pero contradictoriamente se le otorgó cerca del 80% de los permisos de captura por diez años, usando como parámetros su producción anterior y su mayor capacidad de acumulación. Se inhibía al mismo tiempo los pagos de los derechos de explotación. Y se volvía a consolidar la “pesca por arrastre”, el principal promotor de la crisis de la vida marina.

En lo que se refiere a la situación minera, Tocopilla,  ha sido una de las  zonas afectadas por el efecto del desplazamiento en el mercado del cobre y por las nuevas políticas del Estado hacia los pequeños mineros.

La microminería, con su macroesfuerzo, era una fuente de empleo importante. No obstante, la expansión de la gran y mediana minería encarnó que a mediados de los noventa se fuera saturado el mercado mundial del cobre con la oferta que emanaba de las transnacionales situadas en Chile, desmejorada con la baja de la demanda mundial durante la “crisis asiática”.

Esta crisis del precio del cobre entrañó la huelga de hambre de un grupo de pequeños mineros de Tocopilla que se encerraron en las minas acompañados de sus familias. La primera vez en agosto del 2000, la segunda vez en 2002.

Lamentablemente, el Puerto Salitrero se suma a la crisis vivida en país en el último lustro de  los noventa, ya que el mayor número de microempresas que desaparecen entre 1995 y 2001, se encuentra en el sector de Minería y Canteras, áreas en la cuales Tocopilla es altamente dependiente y por tal razón un considerable número de trabajadores. Sumemos a ello el gran  descenso de la microminería, ya que según la revista Norte Minero (2000) a mediados de los años ochenta, en Chile se contabilizaban alrededor de 30 mil empleos entre los pirquineros y la pequeña minería. En 1998 sólo subsistían unos 2 mil. Otra estimación apunta a que, de las 4.000 pequeñas minas existentes en Chile en 1990, en 1999 quedaban 500, 6 de ellas estaban activas en la región.

Los problemas que han enfrentado los mineros locales, ha tenido que ver con una baja de subsidios en la década del 90, lo cual se ha ido invirtiendo someramente en los últimos gobiernos de la Concertación. ENAMI, compra la producción para luego refinarla  y en seguida exportarla. Los diversos problemas en esta relación, surgen porque los pequeños mineros absorben el precio internacional menos los costos de refinación, pero a partir de 1994, los valores internacionales de refinación han decrecidos por efecto de los progresos tecnológicos en la industria. No obstante, ENAMI, supuestamente no transfiere estas rebajas a los pequeños mineros; en abril 2005 los cargos de refinamiento eran casi tres veces superiores a los del mercado internacional.

 Progresivamente el  subsidio a los precios de los pequeños mineros, decae. Entre 1995 y 1996 el subsidio cayó de $3,6 millones a $2,0 millones y sería totalmente reemplazado por un crédito a la pobreza en el año 2.000. Con estas medidas se esperaba restringir el apoyo financiero a los productores “viables en el largo plazo”.

Igualmente, Enami ha asumido una reticencia a generar subsidios con el propósito de ir disminuyendo la micromineria, ya que vendría siendo poco productiva y argumenta sus estrategias en base a la peligrosidad contenida en las faenas mineras y la contaminación. Siempre basado en la convertibilidad de los mineros en otros oficios. Al mismo tiempo los pirquineros han tenido que lidiar con los altos arriendos de las minas en proporción al  10% del valor bruto de su producción, más royalties que oscilan entre el 10% y el 30%. Un alto porcentaje de estos yacimientos (62%) es subarrendado a la Compañía Minera de Tocopilla pertenecientes al grupo Luksic. Se trata de contratos inestables cuya duración fluctúa entre un mes y un año.

 En síntesis,  la crisis de Tocopilla ha sido multiasociativa. Son variados los factores que han generado este trance que se arrastra por décadas. El primero de ellos ha tenido que ver con la modernización del embarque de salitre, en los inicios de la década del 60. Generándose el reemplazo del hombre a través de la mecanización de las faenas.

 Por otro lado, tenemos las políticas de mercado liberales que han favorecido a los grandes intereses económicos en desmedro de los pequeños productores, los favoritismos a la gran empresa, por lo general foránea, facilitando el llamado vicio de la concentración territorial. Consistente en la acumulación de inversiones en una sola localización, generándose grandes polos de desarrollo. Tales como en Iquique, Antofagasta y Calama. Tocopilla ha quedado al centro, aisladamente en depresión.

 Al dejarse de lado  las producciones de índole local, con ello se ha activado el ocaso de un conjunto de identidades y prácticas sociales que animaban la vida de ciudades, caletas pesqueras y pueblos del Norte de Chile. Su desaparición y estancamiento reproducen la dependencia y la vulnerabilidad de una economía de enclave que redunda en la pobreza de estas pequeñas comunidades económicamente marginales.

Otro de los dramas que agravia a Tocopilla, tiene que ver con la contaminación atmosférica generada por la termoeléctrica E-CL. Se ha establecido que por causas de combustibles de escasa calidad usados, como el petcoke,  mayormente entre los años  2001 y 2007, el cual ha sido considerado fuertemente como un factor cancerígeno ha estimulado un deterioro en la salud de los tocopillanos. Al mismo tiempo, el almacenamiento de carbón en la punta de la pequeña península Algodonales, permite que el viento traslade partículas de carboníferas que llegan a todos los puntos de la ciudad. Sumando a ello el traslado de cenizas por las principales calles de la ciudad con destino al cenicero ubicado en el sector norte. De hecho, no  existe ninguna casa en Tocopilla que no tenga rastros de cenizas.

Si contemplamos nuestra realidad en cifras, veremos que las estadísticas oficiales revelan que Tocopilla tiene altos índices de cáncer y enfermedades cardiovasculares. Ya lo mencionaba el  Servicio de Salud de Antofagasta que, entre 2003 y 2008, la tasa de mortalidad de la comuna se disparó, para llegar a ser la mayor de la región y una de las más altas del país. Incluso, en 2005, su índice dobló al promedio de la zona: alcanzó 8,8 contra 4,4. La cifra a nivel país fue de 5,3. Otro guarismo alarmante se direcciona a los datos que maneja el cementerio local, en el cual se sepultan entre 16 y 18 fallecidos. Marcando el año  2010 una consignación de 196 defunciones, es decir, uno de cada 120 tocopillanos. Por otro lado, en el 2008, la tasa de mortalidad  infantil en la provincia de Tocopilla fue de 14,2. El promedio nacional se situó en cerca de la mitad: 7,8.

Los enfermos de cáncer que viven en Tocopilla, tienen que viajar a Antofagasta para largas sesiones de evaluación y tratamiento, porque no se cuentan con especialistas en la ciudad. Para muchos tocopillanos en esa condición, esos 186 kilómetros de ruta son totalmente traumáticos en el sentido de no saber si regresaran. Cabe decir que, la agrupación Adaec, organización de ayuda a los enfermos de cáncer en Tocopilla, en nueve años, ha ayudado a más de 400 personas. De ellos, a abril del 2011  sólo 66 estaban vivos.

El  jueves 4 de octubre de 2007, finalmente fue publicado en el Diario Oficial de la República, el esperado Decreto que oficializó a Tocopilla como una Zona Saturada de Contaminación con el propósito de iniciar un plan de descongestión ambiental y así poder disminuir las emanaciones de E-CL que aporta el 56% del material particulado de la ciudad, y Norgener el 38,9%. Haciendo entre ambas termoeléctricas un total de 94.8%.


Damir Galaz-Mandakovic (2011). 

1 comentario:

  1. Muy buen documento histórico amigo Damir...felicitaciones por su trabajo investigativo y por recordarnos ese hermoso Puerto Contaminado del que alguna vez quisimos nunca irno.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.