domingo, 6 de junio de 2010

Inmigrantes

Familia Peterson en las playas de Tocopilla. El patriarca era el ingeniero  Eric Peterson, 
de nacionalidad sueca, su hijo nacido en Tocopilla fue Eric. 
Eric Peterson Gustav, graduado en el Instituto Stevens, ingeniero naval y veterano de la Primera Guerra Mundial, empezó a trabajar en Tocopilla por la compañia  Anaconda Copper Mining en 1925




Es sabido que, iniciada la segunda mitad del siglo XIX, el actual Norte de Chile, los inmigrantes era básicamente europeos, los que llegaban a trabajar en sector extractivo, llámese minas y huano, como así también la exploración de los inmensos calichales. Del mismo modo, muchos chinos llegados como esclavos, fueron destinados a trabajar en la costa para extraer los excrementos de las aves marinas, sin saber que otros paisanos chinos engendrarían grandes emprendimientos económicos una vez que aumentó la ola migratoria iniciada la década del treinta; mientras Japón invadía China, Iquique era irrumpido por barcos llenos de chinos. Cabe decir que los chinos, alrededor de la misma década merodeaban el sector matadero y recogían las sobras del faenamiento, es decir; las guatas, las chunchules, las cabezas, las lenguas, las patas, los corazones  o los hígados. Todo lo que sobraba o bien, lo que no era “digno” de comer en la época. Esas “sobras” o excedentes, una vez recogidos, eran ofrecidos en pobres carretones por el sector mísero y calamitoso llamado la Manchuria. Sector marginal colmado de pocilgas y de improvisadas viviendas.
Una vez proyectada la construcción de la planta generadora de energía eléctrica, por allá en 1914-15, se dio inició a la inmigración norteamericana, quienes trajeron los primeros vehículos, el beisbol y el golf. Chile Exploration, en la década del veinte,  construiría a sus trabajadores las mejores viviendas existentes  a la sazón en el puerto, de las cuales todavía están en  muy buen estado. Paralelamente, la ciudad de inyectaba de yugoslavos, italianos y griegos. Los primeros predominaban en las mercerías, los italianos en la venta de telas y los griegos señoreaban en las panaderías. Y por su parte los japoneses en las peluquerías. La diferencias entre la llegada de europeos y gringos, está en que, mayoritariamente,  los primeros dejaron descendencia; surgió un mestizaje. Claro, los europeos llegaban sin mujeres, y desde allí las comuniones con las tocopillanas se hacían evidentes. Por su parte los norteamericanos venían por lo general con sus respectivas mujeres y venían a cumplir específicas misiones en la planta generadora, y por tal, ellos no se mezclaron con los tocopillanos, marcaron la diferencia en ese sentido, como así también la marcaron en las relaciones sociales.
La familia norteamericana Peterson posando en el muelle de Tocopilla. 



En las cuantificaciones de la inmigración, evidentemente que, desde el punto de vista del género, veremos que los hombres superan en demasía a las mujeres. No obstante, iniciado el siglo XXI, según algunos datos recogidos en reparticiones del Estado, vemos que las mujeres superan a los hombres, y en este mismo inicio de siglo, vemos que la inmigración es latinoamericana, siendo las colombianas las que en guarismos superan a los nuevos vecinos, también constituido por peruanos/as, ecuatorianos/as y  bolivianos/as. El cambio de siglo ha traído un nuevo color de piel, un idioma símil al nuestro, vecinos cercanos, pero también ha cambiado la mirada que da la población a estos nuevos próximos; quizás por el color y los prejuicios que conlleva, siendo el menosprecio la tónica y la estigmatización hacia todas las mujeres de piel morena. Se repite un ciclo, cuando llegaban los rubios de Norteamérica y de Europa, eran los chinos los mal mirados. Ahora los morenos, los cuales de a poco se instalan en la rutina citadina local. 

 Fotografias: Holly Peterson (New Jersey) 

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