La arquitectura demuestra la influencia británica que se introdujo en la costa norte de Chile a fines del siglo XIX y principios del XX, durante el auge del salitre.
La tipología de este edificio recuerda las construcciones utilizadas para oficinas administrativas o residencias de altos funcionarios de compañías mineras.
La construcción hecha principalmente de madera, material común en edificaciones antiguas de la costa, posee balcones y barandas trabajadas con detalles de celosía, lo que le da un aire de arquitectura victoriana o neoclásica adaptada al clima local.
El edificio de dos pisos con balcones en la parte superior, posee una composición de estructura simétrica, con una serie de ventanas alineadas y enmarcadas, además de una escalera interna.
Llamativamente, en foto superior (década de 1960), la construcción está cubierta de enredaderas y plantas, lo que le da una apariencia de integración con el entorno y generando sombra natural, ayudando al control térmico en un clima desértico. Las enredaderas con flores moradas, buganvilias, aportan un fuerte contraste con la madera pintada de verde.
En la imagen inferior (año 2025) se observa el mismo edificio, pero con un evidente desgaste por el paso del tiempo, el descuido y el propio uso. La pintura verde está muy deslucida o casi desaparecida, dejando expuesta la madera. La enredadera florida ya no está, por lo que el balcón se ve mucho más descubierto. También se aprecia una palmera agónica al frente. Se han añadido elementos de metal (como escaleras y barandales) y una reja distinta. Además, se notan cambios en el entorno urbano: la calle está asfaltada con señales de tránsito, y el edificio está cercado precariamente.
En conjunto, ambas fotografías muestran no solo dos épocas, sino que también dos modos de cuidado, dos modos de vida y dos modos de interés y conservación de arquitecturas que poseen memoria social, urbana y económica.
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